Respuesta:
Prefiero contestar transcribiendo un artículo que escribí sobre el tema: "El Concilio Vaticano II abrió un camino esperanzador hacía el acercamiento y entendimiento con el Islam. Con la apertura del Concilio comenzaba una nueva era donde, sin dudas y sin temores, podían los cristianos católicos comenzar ahora, con pleno respaldo oficial, a aceptar al Islam como una religión con afinidades profundas e importantes y sentir por ella el afecto y la simpatía necesaria como para transitar un camino de mayor comunión.
Dios así lo quería y la Iglesia recibía esta inspiración. Vale la pena repetir el hermoso mensaje conciliar cuando afirma que: "La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al Dios Uno, Vivo y Subsistente, Misericordioso y Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres. Intentan someterse con todo su espíritu a los decretos de Dios, aunque sean ocultos, lo mismo que Abraham se sometió a Dios, a quien se refiere con agrado la fe islámica...
Si, a lo largo de los siglos, se han manifestado numerosas disensiones y enemistades entre los cristianos y los musulmanes, el Concilio los exhorta a todos a olvidarse del pasado y a esforzarse sinceramente en la comprensión mutua, así como a proteger y promover juntos, para todos los hombres, la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad...
La propuesta de la salvación alcanza también a los que reconocen al Creador, y en primer lugar a los musulmanes que, profesando la fe de Abraham, adoran con nosotros al Dios Único, Misericordioso, que juzgará a los hombres el último día".
Hasta aquí la letra del Concilio y el camino nuevo que abría. Sin duda, el Papa Juan Pablo II comenzó a transitarlo y ha dejado para siempre un registro privilegiado: ha sido el primer Papa que ha entrado descalzo a una mezquita. Pocas veces un gesto tan sencillo y humilde puede conllevar tan inmensas connotaciones. ¿Acaso, si en otros tiempos, a algún Papa se le hubiese ocurrido pretender interpretar la voluntad de Jesús (La Paz sea con él) llevando a cabo semejante gesto no hubiese sido menos que execrado por sus correligionarios? ¡Cuánto cambio para bien!, gracias a Dios y al Papa Juan Pablo II que, con una acción en apariencia tan pequeña, ha derribado barreras gigantes de soberbia forjadas en siglos de oscura ignorancia, allanando el camino a las generaciones presentes y futuras.
Dice el Sagrado Corán: "Dios es la luz de los cielos y de la tierra. Dicen, entonces los sabios: la oscuridad no es sino la ausencia de la luz. Por eso, siempre la llama de una humilde vela bastará para alumbrar tinieblas".
Pero es cierto que el camino apenas ha comenzado a transitarse, aún aguarda los compromisos comunes en aras de la justicia social, los valores morales, la paz verdadera, es decir con justicia, y la libertad. Las religiones si son auténticas tienen la obligación de defender a los oprimidos de las garras de los opresores que convierten su vida en un mar de privaciones y abusos como vemos hoy en día.
Los musulmanes han recibido con los brazos abiertos las visitas del Papa Juan Pablo II, al Líbano, a Egipto, a Jordania, esta última a Siria y a la gran mezquita de Damasco. Allí, el Papa ha dejado su íntimo anhelo testamentario para la relación de los cristianos católicos y los musulmanes cuando confesó: "Es mi ardiente deseo y esperanza que los líderes y maestros musulmanes y cristianos presenten a nuestras dos grandes comunidades religiosas como comunidades en respetuoso diálogo, nunca más como comunidades en conflicto".
El Papa además ha escuchado con atención la recitación del Sagrado Corán en la Universidad del Azhar en el Cairo. Lo mismo ha hecho en el Vaticano, en un encuentro con unas mujeres iraníes y en esta última oportunidad en Damasco.
Por parte de los musulmanes ha tenido gran trascendencia la visita al Papa Juan Pablo II en el Vaticano del presidente de la República Islámica de Irán, el Seied Jatami, cuando ocupaba la presidencia de la Organización de Países Islámicos que representa a más de cincuenta países musulmanes, en marzo del año 1999. Esta organización y el Vaticano han constituido un comité de enlace para profundizar el diálogo y acercamiento. Desde entonces el diálogo es cada vez más fluido entre los expertos de ambas partes y los resultados se van comunicando a las masas de las comunidades por diferentes canales.
Además por debajo de estos canales oficiales se desarrolla un diálogo sin tantos formalismos pero muy rico que va generando una plataforma nueva de entendimiento y en muchos casos de acciones conjuntas.
El corazón islámico es amplio, cálido, no guarda rencores, palpita al futuro, está sediento de justicia... "Bienaventurado los que tienen sed de justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos". "Bienaventurados los que son perseguidos en mi nombre... Es en el nombre de Dios que los musulmanes esperan ansiosos con sus hermanos cristianos poder construir juntos, con la ayuda del Altísimo, el Reino de Dios en la tierra sobre las ruinas definitivas del imperio del Cesar. Gracias a Dios existen muchos cristianos que comparten esta idea y sentimiento. Musulmanes y Cristianos tenemos que estar alertas contra las mentes estrechas que puedan existir en ambas filas y que no están ni a la altura del espíritu profético de la auténtica religiosidad, ni a la altura de la urgente demanda de los tiempos. Juntos debemos rescatar a la religiosidad en el mundo desacralizado de hoy en día. La religiosidad que enseñaron los profetas donde la búsqueda de la justicia y el rechazo de los Cesares es esencial, lo demás viene por añadidura. En este sentido los musulmanes que estamos siendo tan injustamente y cruelmente atacados en sus territorios por los gobiernos imperiales esperamos un compromiso mayor de los cristianos acorde con lo que Dios y Jesús piden de ellos.
"Ciertamente encontraréis (...) que los más amigos de los creyentes son los que dicen: somos cristianos. Es que hay entre ellos sacerdotes y monjes que no son altivos". (Corán: 5: 82).
Es interesante en medio del dolor la comunión que están experimentando hoy musulmanes y cristianos en la Palestina ocupada. Hoy leo en los diarios que los sacerdotes de la Iglesia de la Natividad se negaron a recibir la comida israelí en protesta porque es sólo para ellos y no para los palestinos. "O para todos o para nadie", dijeron. Vivieron durante el asedio sin luz, sin agua, abasteciéndose de una cisterna medieval. El Vaticano les ha otorgado asilo político a los más de 240 palestinos que se refugiaron allí, incluido el gobernador de Belén llamado Al Madani, y dijo que no permitirá que se los entreguen a las autoridades israelíes que rodean el santuario con francotiradores y tanques. Estos son gestos concretos muy positivos.
También en el campo de la defensa de los derechos de la familia y los valores religiosos se ha dado y se está dando una creciente comunión entre cristianos y musulmanes pero, pareciera que no se ha avanzado mucho.
Yo creo que en estos últimos años se ha avanzado más que en los últimos diez siglos, pero coincido, como dije antes, que falta un accionar conjunto más activo frente a los grandes males espirituales y morales que aquejan al mundo de hoy y contra los abusos del imperialismo que los cultiva.
Sheij Abdulkarim Paz
Respuesta:
En el mundo islámico por lo general existen minorías cristianas, en su mayoría ortodoxas o católicas. Cuando llega la Navidad se extienden mensajes de felicitaciones, visitas y recordatorios.
Por ejemplo, recuerdo cuando vivía en la República Islámica de Irán, en la Navidad, el pueblo y las autoridades acompañaban a los cristianos en sus celebraciones. En ese día los dignatarios de la iglesia cristiana eran recibidos por los líderes de los distintos poderes del Estado. Estas visitas oficiales eran filmadas por la televisión que además mostraba cómo celebraban ellos ese día en sus iglesias.
Muchos musulmanes acostumbran hacer regalos en las festividades cristianas a los cristianos que viven entre ellos. Quien hizo esto en Paris fue el Imam Jomeini que repartió flores en Navidad a sus vecinos durante la última parte de su exilio antes de regresar a Irán e instaurar la Republica Islámica.
Me parece importante señalar aquí que las minorías religiosas en Irán tienen un representante en el Parlamento, un derecho que les reconoce el Islam.
Sheij Abdulkarim Paz
Respuesta:
Porque Dios lo ordenó expresamente en el Corán. "Fue prescrito para ustedes el ayuno como ha sido prescrito para las comunidades que os precedieron" (S. Corán 2:184). El ayuno es un ejercicio de purificación y de reconcentración sobre nuestra relación con el Creador y sobre la verdadera naturaleza de las cosas. El sentido último es acrecentar la piedad y la cercanía a Dios.
Allí tomamos conciencia de que el alimento y los placeres accesibles durante el resto del año son bendiciones de Dios y que nosotros somos sus criaturas. Tomamos conciencia que esta vida es pasajera y que nuestra verdadera esencia no es el cuerpo y su deleite. Si bien el Islam no se opone a ellos, ni los considera intrínsecamente malos en modo alguno, sí insiste en su utilización correcta y en su condición de medios para fines trascendentes como ser el conocimiento y adoración a Dios. Otra conciencia que se adquiere con el ayuno es sobre las condiciones que atraviesan los pobres y que están esperando de nuestra solidaridad con ellos. Al respecto dice un dicho del primer Imam, Ali ibn Abi Talib, la paz sea con el, Dios dispuso el sustento de los pobres en la riqueza de los ricos. Es decir que los pobres tienen derechos y los ricos tienen con ellos obligaciones que es algo muy distinto al concepto de mera limosna.
El ayuno no es sólo del cuerpo sino que hay una serie de cuestiones de orden espiritual que observar, conocidos como el ayuno de la lengua, de la mirada y del corazón. En definitiva es un periodo de recuerdo, de recogimiento. Como si a un pez lo sacasen del agua durante unas horas para que tome conciencia de que el agua es un don y que tanto el agua como él mismo está en manos de Dios, no son nada en forma independiente del favor de Dios.
¿Por qué ocurre esto en Ramadán? Porque en este mes de acuerdo con el Sagrado Corán se revelaron los Libros Sagrados, la Torah (Pentateuco), los Salmos de David, el Evangelio, el Corán. El ayuno, entonces es la purificación necesaria para lograr el estado más adecuado de preparación para asistir a las noches del Decreto en que tuvo lugar la revelación del Corán y en la que descienden los favores divinos como gotas infinitas de ese mar insondable que es la revelación del Todopoderoso.
Ramadán es pues el mes del descenso de la Revelación, la Guía y la Iluminación con ella del universo y de los seres. Bienaventurados los que estén atentos y purificados en estos momentos: "En nombre de Dios el Compasivo, el Misericordioso lo hemos revelado en la noche del Decreto. Y ¿cómosabrás que es la noche del Decreto? La noche del Decreto vale más que mil meses. Los ángeles y el Espíritu descienden en ella con el permiso de Su Señor, para decretar todo asunto. ¡Es una noche de Paz hasta rayar el alba!" (S. Corán 97:1-5).
Estos versículos no deben llevar a pensar que el Islam está a favor de una predestinación o fatalismo absoluto. No es así. El Islam reconoce el libre albedrío, pero nuestras decisiones no son lo único que está operando en la existencia. Nuestras intenciones inciden en lo que Dios determina para nosotros y en el destino que nos vamos forjando. Somos libres y responsables de nuestros actos pero obviamente no estamos solos en la creación y hay cosas a tener en cuenta, fundamentalmente la Voluntad de Dios, Su guía y Sus enseñanzas. La influencia de ángeles y demonios y otros seres metafísicos, en base a la obediencia y rebeldía con respecto a Dios. No solamente los factores del orden físico de la naturaleza o de los seres humanos conforman nuestra situación existencial.
Sheij Abdulkarim Paz