Respuesta:
La palabra mezquita en idioma árabe se dice másyid y significa lugar de prosternación, es decir, el poner la frente contra el piso, es la expresión más acabada del sometimiento hacia alguien, aún más que arrodillarse. En muchos pasajes de la Biblia actual se puede leer que muchos practicaban la oración con la forma que se conserva en el Islam de la prosternación, a veces se lee: se prosternaron u otras frases alusivas como posaron rostro en tierra. Por ejemplo: "Cayó Abraham rostro en tierra". (Génesis: 17:3).
Entonces, la mezquita es el templo de la adoración y del culto a Dios. Pero hay que aclarar que el concepto de adoración en el Islam no se restringe a la realización de la oración propiamente dicha. Se adora a Dios cuando se trabaja honestamente para lograr el sustento, se adora cuando se ama a la esposa y cuando se cría a los hijos con una buena educación, cuando no se miente, cuando se estudia y se hace el bien, cuando se mira al rostro de los padres, cuando se visita a un sabio o se brinda cariño a un huérfano, etc. Se adora a Dios individualmente, pero se adora más plenamente a Dios en comunidad y la mezquita es el lugar de reunión y de organización para los asuntos sociales para que todas las actividades sociales tengan el espíritu de la adoración a Dios, su agradecimiento y su reconocimiento.
La mezquita es el centro donde se irradia toda la vida individual o comunitaria de los creyentes. Así vemos que la mezquita que edificó el Profeta en Medina era el templo y a la vez era la casa del gobierno del Estado Islámico. Allí se decidían todos los asuntos vitales del estado. Se juzgaba, se decidía sobre la paz y la guerra, se emitían proclamas y se designaban o se removían gobernadores y jueces.
En el Islam de hoy en día, puede ser que por razones prácticas, la sede de una mezquita no sea la sede de una casa de gobierno, pero el espíritu de la adoración a Dios no puede ni debe estar separado entre estos ámbitos pues, constituyen el sentido de todas las acciones y aspiraciones de un musulmán. Más allá de las diferencias teóricas, en rigor, ninguna religión se mantiene al margen de los acontecimientos políticos e interviene y hace sentir su influencia en aquellas cosas que más le interesan.
Sheij Abdulkarim Paz
Respuesta:
Es imposible establecer una unión y relación entre dos personas que básicamente no se conocen, sino que la relación puede iniciarse a través del conocimiento, apego y afecto de una de las partes en cuanto a la otra, y ser la introducción del apego por las dos partes y unión mutua entre ellos.
Respecto a nuestra comunicación con el Imâm de la Época (a.ÿ.), este honorable como una parte de esta relación nos conoce perfectamente y nos favorece su afecto. Pero la otra parte de esta relación somos nosotros que en caso de que hayamos conocido perfectamente a nuestro Imâm de la Época podemos establecer una comunicación con él, y alcanzar la dignidad de poder estar presentes ante él. Al igual que esta comunicación existe en las posturas de muchos de los sabios, destacados y personas auto-formadas sin pretensiones.
En otras palabras, nuestra comunicación con el Imâm de la Época (a.ÿ.) puede imaginarse de dos formas: (1) espiritual, (2) cara a cara. Estas dos formas de comunicación aunque son posibles, pero la comunicación en presencia de alguien demanda algunas condiciones, y en realidad la comunicación espiritual y verse moralmente obligado a la necesidad de esta comunicación puede preparar también el campo para la comunicación en presencia.
Respuesta:
Si un creyente pudiendo hacerlo no lo hace, habrá incurrido en un pecado y tendrá que dar cuenta de ello ante Dios y como dice el Sagrado Corán: "Dios es el mejor de los que juzgan y no oprime a nadie ni con el peso de un átomo". En todas y cada una de las disposiciones de Dios existe un beneficio para el ser humano y en la desobediencia hay una actitud soberbia, de ingratitud, de pretendida autosuficiencia que en realidad no existe y las consecuencias las sufre el hombre, no Dios que sólo quiere nuestro bien y felicidad. Dios no necesita de nada, tampoco, obviamente de nuestra obediencia.
Sheij Abdulkarim Paz