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Al decir que la filosofía islámica alcanzó su punto máximo en el pensamiento de Mul-la Sadrā, nuestra intención es mostrar que en comparación con desarrollos filosóficos previos, ésta se destaca a un nivel más elevado y que contribuye de mejor manera a comprender el Conocimiento Verdadero. No puede decirse, no obstante, que las obras sadrianas sobre la metafísica —“Asfār”, “Manzumah” y otras— muestren la verdad de una forma perfecta. Como cualquier otro libro, estos pueden contener errores. Siempre se deben buscar racionamientos lógicos y sensatos sin preocuparse de la fama de los autores.

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente


'Idālah es el estado mental que nos empuja a abstenernos de cometer pecados capitales y repetir pecados menores, pero no es lo suficientemente fuerte para impedirnos cometer pecados menores. El 'Ismah por el contrario, es el estado mental que nos impide cometer cualquier clase de pecado. Este estado mental, según los versículos Coránicos, está relacionado con el conocimiento —conocimiento de lo terrible del pecado— lo cual hace que su posesión nos impida pecar. Este estado puede compararse con una situación en la que uno sepa que un líquido es mortal y por lo tanto se abstenga de ingerirlo. Entonces, uno puede pecar con el 'idālah pero no con el 'ismah.

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

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La lógica, en el capítulo sobre la demostración racional[burhān], demuestra que el razonamiento lógico no puede aportar conclusiones particulares. Así, la profecía particular[1] no puede deducirse por ningún razonamiento lógico, mientras que la profecía general[2] sí. No obstante, se puede decir que ya que el propósito del profetismo es la perfección y guía de los seres humanos, asume distintas formas (he aquí el porqué de la pluralidad de las Dispensaciones Divinas) que se corresponden con el desarrollo progresivo de la humanidad, cada una de estas formas es de un grado superior y reemplaza a su predecesora. Sin embargo, ya que la capacidad del ser humano para conseguir la perfección no es ilimitada, no importa el número de perfecciones que sea capaz de obtener, hay un momento en que ya no obtendrá más.

Por supuesto, la Ley Divina que provoca este alto grado de la perfección humana constituye el final de la profecía y por lo tanto perdura como ley obligatoria de Dios hasta el Día del Juicio. 

El noble Corán, el libro divino de la sagrada religión del Islam, confirma que el Profeta Muhammad (P) es el sello de los profetas y que el Corán es el libro definitivo de Dios:

... (Muhammad) es el apóstol de Dios y el Sello de los Profetas...” (Corán; 33:40)

En realidad se trata de un libro venerable: la falsedad no se le aproxima por ningún lado, revelación enviada gradualmente por el Sabio, el Loable”. (Corán; 41: 41-42)

Por lo tanto, queda demostrado que el Profeta Muhammad es el Sello de los Profetas y que el Corán es el Sello de todas las Dispensaciones Divinas.

Otro aspecto que aclara la explicación anterior es que el final del profetismo no implica que el ser humano haya llegado a un punto de autosuficiencia intelectual en el que ya no necesite de la Dispensación Divina, ya que si esto fuera cierto las diversas instrucciones del Islam no tendrían ningún objetivo.

 

[1] Es el ministerio Divino de un profeta en particular. Se usa esencialmente en referencia al ministerio del Profeta Muhammad (P).

[2] Doctrina de que Dios asigna a ciertos seres humanos la misión de actuar como mensajeros entre Él y la humanidad, sin referencia a ningún profeta en particular. [N. del T.]

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

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