La ciencia ha demostrado también que las células de los humanos están renovándose constantemente en el transcurso de su vida; cada cierto tiempo, la totalidad de las células del cuerpo, de la cabeza a los pies, se renuevan; no queda ninguna célula de las anteriores. No obstante, el individuo sigue siendo el mismo, no se ve afectado por la rapidez del cambio que experimenta su cuerpo.

En otras palabras, una persona de cincuenta años de edad, por ejemplo, siente que es el mismo de cuando era niño y cuando era adolescente; la misma persona ha envejecido. La realidad a la que él se refiere con “Mí” (la que llamamos “el yo”), no ha cambiado. Es por esta razón que si alguien comete un crimen a una edad temprana, debe enjuiciársele por el mismo en la adultez. Por lo tanto, la individualidad humana es definida por el alma y no por el cuerpo. La pérdida de algún constituyente físico del cuerpo no altera nuestra identidad. En el día del juicio, sea cual sea el cuerpo al cual se adjunte nuestra alma (así sea el propio cuerpo, el cual ha cambiado y ha sido renovado, o un cuerpo distinto), éste se verá igual al cuerpo que poseíamos, y seremos los mismos.

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente




Antes de dar una respuesta, quisiera hacer una pequeña introducción. El sistema de la creación se basa en el principio de causa y efecto; el cosmos es gobernado por principios existenciales —no por los sentimientos— sin excepción. Por ejemplo, el fuego se caracteriza porque quema lo que sea se ponga en contacto con él, ya sea el vestido de un profeta o el atuendo de un tirano. Los animales carnívoros fallecen si se les priva de la carne, por lo tanto tienen que cazar otros animales. Esto es lo que el sistema de la creación les ha incorporado en su estructura biológica. Así, ellos no son culpables por su comportamiento, tal como el ser humano consciente come carne sin sentirse oprimido por ningún sentimiento de culpa.

Se ha dicho que la injusticia, en el sentido de violar los derechos de las otras personas o en el de discriminar a quién se le hace cumplir la ley, existe únicamente en la sociedad humana. De aquí que, los desastres naturales no son injusticia. Se les debe llamar adversidad [sharr]. Hay que tener en cuenta que un desastre natural es una adversidad para quien lo padece, pero es un bien para la causa del mismo, ya que es el efecto natural de dicha causa. La discapacidad de un bebé de seis meses es una adversidad, una privación (no una injusticia) causada por factores naturales. El sufrimiento que un perro le causa a un gato es una adversidad inevitable, no una injusticia. Así mismo, el gato le causa sufrimiento a un ratón.

La injusticia sólo existe en la sociedad humana. El ser humano tiene muchas necesidades (debido a sus varias facultades naturales y a su libre albedrío), muchas de las cuales no puede satisfacer solo. Debido a esto, los seres humanos forman sociedades. Pero para salvaguardar la vida social se debe cumplir un conjunto de normas, las cuales garantizan los intereses de cada uno de los individuos. (Estos intereses varían, claro está, dependiendo de la posición social del individuo). En el marco de estas normas se determinan algunos derechos inalienables para los individuos. Estos derechos deben respetarse; la ley prohíbe su violación. La violación de estos derechos contractuales constituye una injusticia. Por lo tanto, violar los derechos de otra persona es injusticia. Los efectos dañinos de la naturaleza, efectos que han sido ordenados por el sistema de la creación, son adversidades, no injusticia. Pero además de los elementos de la naturaleza, hay casos en la sociedad humana en que violar los derechos de otra persona no constituye una injusticia. Limitar el derecho de una persona de defender una verdad de importancia constituye una adversidad para el individuo, pero no una injusticia. Igualmente, el castigo que se le da a un criminal, aunque desagradable para él, es justo —“... Así que si alguien te agrede, agrédelo de la manera en que te agredió...”.[1]

En tu carta[2] escribes: “Alguien me dijo que un animal pequeño al ser devorado por uno más grande, alcanza un alto grado de perfección, ya que la carne del animal más débil se vuelve parte del más fuerte. ¿Pero, qué clase de perfección obtiene la carne de gato al volverse carne de perro?” El concepto que críticas se fundamenta en un concepto filosófico legítimo llamado movimiento sustancial [harakat al-yauhari]. Este concepto es algo complejo y su explicación escapa a lo pretendido por esta carta.

Más adelante tú dices: “Se afirma que Dios es el Poseedor de todas las cosas: todo Le pertenece y Él tiene derecho de hacer lo que quiera con lo que es Suyo. Yo estoy de acuerdo con eso también, pero el tema es que el Corán es enfático al afirmar que Dios no actúa injustamente.” Esta es la explicación correcta de dicho asunto:

Todo lo que existe en el mundo, incluidos los atributos de la perfección, le pertenece a Dios. Todo lo que disfrutamos, desde lo más insignificante hasta lo más sagrado, son bendiciones que Él ha derramado sobre nosotros. Él nos da estas bendiciones sin que haya ningún mérito de nuestra parte. No existe un poder mayor que lo obligue o le prohíba hacer algo. Todos los derechos que damos por sentado, han sido establecidos por Dios. En este sentido, no se puede responsabilizar a Dios por las adversidades que les suceden a Sus criaturas: “ Dios hace lo que quiere”[3]. Estas adversidades no constituyen una injusticia. (De por sí, sería errado pensar que estas adversidades son injustas, y que a Dios se le exonera por su condición.)

En otras palabras, las cosas agradables que disfrutamos son favores que Él nos concede por su misericordia y los sufrimientos con los que nos topamos son la suspensión de estos favores:

“Nadie puede retener la misericordia que Dios dispensa a los hombres, ni hay quien pueda soltar, a excepción de Él, lo que él retiene...”[4]

Lógicamente, si Él le da un derecho a una criatura, sería un acto de injusticia si Él le quitara ese derecho no habiendo una razón válida para ello, y como Él es Inmaculado, no cometería tal injusticia. Por ejemplo, hacer que el ser humano, como propósito de su vida y de su existencia, sea capaz de lograr la felicidad, prometerle vida eterna en el Paraíso y luego, sin razón alguna, condenarlo a un castigo eterno, sería una injusticia que Dios no cometería. Cuando a los seres humanos se les condena a un castigo eterno, es debido a su desobediencia:

“Dios no hace daño a las personas en nada; sino que, es la gente quien se hace daño a sí misma.” [5]

Hoy a nadie se le hará una injusticia, ni serás recompensado excepto por lo que acostumbrabas hacer.[6]

Posteriormente dices: “Ellos [los que defienden la doctrina de la justicia Divina] afirman que son las personas a quienes se les debe culpar, pero ¿por qué culpa responde un bebé de seis meses? ¿Si sus padres son culpables, porqué debe pagar el precio? Si usted argumenta que al bebé se le recompensará en el Más allá, ¿se recompensará también al pájaro abatido por el cazador?”

Es un hecho que en algunos casos un niño carga con una adversidad por la culpa de sus padres. Pero en dichos casos, la aflicción del niño es en efecto la manifestación de la culpa de sus padres, no su castigo. En cuanto a si los animales cazados son recompensados, el Corán explícitamente dice que los animales también resucitarán:

No existen animales sobre la tierra, ni pájaro que vuele con sus alas, sino que son comunidades como ustedes. Nada se nos ha quedado fuera de la Escritura. Entonces, serán congregados hacia su Señor.”[7]

Al estudiar el Corán y La Sunna, se puede concluir que la sabiduría está presente en todos los fenómenos del mundo, seamos o no conscientes de ello.

En la última parte de tu carta, dices: “Lo que más me preocupa y la causa de mi angustia es que hay injusticias en este mundo que no son compensadas. Me temo que esto seguirá así en el otro mundo, los animales lastimados no serán vengados. Es más, no debería existir la injusticia.”

Antes que nada, aclaro de nuevo : la mayoría de ejemplos que citas son adversidades, no injusticias, y la compensación sólo tiene sentido cuando se refiere a la injusticia. Las adversidades que hay en el mundo, tienen un propósito en la matriz del orden de la creación. Este propósito puede relacionarse con el sistema global, como un todo orgánico o a una parte específica de él. Pero donde haya una injusticia, donde se violen los derechos de una criatura, habrá una compensación, si no es en este mundo, entonces, como lo asegura el Corán, en el más allá: “...No habrá injusticia hoy...”[8], Dios no incumple Su promesa.”[9]

 

[1] (Corán; 2:194)

[2] Evidentemente, Al-lamah está dando respuesta a una carta extensa, la cual, en aras de la brevedad, ha sido resumida en este sólo párrafo. [N. del T.]

[3] (Corán; 14:27)

[4] (Corán; 35:2)

[5] (Corán; 10:44)

[6] (Corán; 10:44)

[7] (Corán; 6:38)

[8] (Corán; 40:17)

[9] (Corán; 13:31)

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

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El término eternidad esencial se refiere a un existente libre de las limitaciones de una esencia delimitada. Es imposible que este existente experimente la no-existencia, y por consiguiente no es propenso a cambiar en su esencia, propiedades o estados. Es obvio que la materia no encaja en esta descripción. Entonces, tu pregunta se refiere aparentemente a la eternidad temporal [qidam zamani], que es distinta a la eternidad esencial.[1]Así, la pregunta puede reformularse de esta manera: ¿en algún momento la materia (compuesta de átomos) no existía?. La respuesta es positiva. 

La física ha demostrado que el átomo puede transformarse en energía y viceversa. El átomo está formado por partículas concentradas de energía, por lo tanto está precedido de la no-existencia. De acuerdo con este hecho científico, debe existir un material en común del cual se derivan la materia y la energía, cuya única propiedad es la sensibilidad a la forma, la cual le da su realidad. Y como sería inverosímil que el moldeador (i.e., el agente que infunde forma y realidad en el material común, es decir, en la materia prima) sea la materia prima en cuestión, necesariamente debe haber una materia trascendente existente, a la cual la materia le debe su forma y realidad. De aquí que el mundo sensible de la existencia sea la actividad de un agente eterno, inmutable y trascendente: Dios —inviolable es Su nombre.[2]

 

[1] Los filósofos islámicos distinguen entre dos tipos de eternidad: eternidad esencial [qidam zāti] y eternidad temporal [qidam zamani]. La primera se refiere a un ser necesario cuya no-existencia es racionalmente imposible ya que es auto-suficiente en su existencia. La segunda describe a un ser contingente que es eterno pero no en virtud de su auto-suficiencia esencial. [N. del T.]

[2] Creo que en su respuesta Al-lamah se ha apartado del asunto principal de la pregunta y ha abordado otro tema. Por lo visto, lo que Al-lamah trata de aclarar es que no importa si el mundo es eterno temporalmente, necesita de Dios.

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

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