Cuando Dios le dijo a Abraham: “Te haré guía de la humanidad...”[1], él ya era profeta uno de los Ulu al'Azm[2]. Ya le había dado a la humanidad un nuevo libro y una nueva ley divina.

Es decir que cuando Dios le dio el estatus de Imam, ya se le había confiado la misión de guiar y predicar a la humanidad. Además, en el Corán Dios en varias ocasiones describe a un Imam como alguien responsable de guiar a la humanidad —“Les hicimos jefes y dirigen bajo nuestro mandato...”[3]

Al contrastar las ideas mencionadas anteriormente, queda claro que la guía proporcionada por un Imam es distinta a la de un profeta. La guía que hace un profeta predica y exhorta a las personas a seguir la fe verdadera. Es decir, un profeta tiene la obligación de iluminarnos el camino correcto de la orientación. El deber de un Imam, por otro lado, es guiar a la humanidad hacia el Verdadero Destino. Entonces, además de explicar las doctrinas y prácticas de la fe, un Imam se encarga de corregir el comportamiento de los creyentes. Un Imam supervisa el crecimiento espiritual de los fieles y procura que sus obras se encaminen por el camino de Dios, así, sus acciones los conducirán al fin deseado.

Esta interpretación sobre la condición de un Imam es respaldada por varios principios islámicos. Los Chiitas creen que el registro de la conducta de todos los fieles se le entrega al Imam del Tiempo en varias ocasiones; que el Imam está presente en la muerte de las personas; que en el Día del Juicio el Imam entrega a las personas los registros de su conducta; y que ellos son el criterio para determinar el comportamiento de los demás. Además, de acuerdo con la creencia chiita, el universo dejaría de existir sin la presencia de un Imam. Lo dicho anteriormente muestra que el Profeta fue también el Imam de su tiempo. Y como al profeta se le confiaron tres ministerios simultáneamente —Nubuwah (profecía)[4], Risālah (mensaje)[5] y Imamahsu posición estaba por encima de la de 'Ali. Todos los musulmanes están de acuerdo en esto.

 

[1] (Corán; 2:124)

[2] El rango más elevado en la profecía. Se refiere al Ministerio Divino de Noé, Abraham, Moisés, Jesús y Muhammad, los profetas que fueron dotados con una Ley Divina. (N. d. Traductor)

[3] (Corán; 21:73)

[4] El rango más bajo de la Profecía: el que porta esta posición no es dotado con una nueva Ley Divina (Sharia) y está limitado en el rango de su ministerio. (N. del T.)

[5] El nivel más elevado dentro de la Profecía: cobija a todos aquellos profetas que trajeron una nueva Ley Divina y aquellos que, aunque no fueron dotados con una Ley nueva, tuvieron más autoridad que un nabi—el profeta del más bajo rango que porta el estatus de nubuwwah. Ejemplos de estos son David y Salomón.

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente




Hay que hacer ciertas precisiones. Primero, se asume que la infinitud de Dios es un asunto de espacio. Hay que aclarar que antes de la creación de la materia no había espacio. Segundo, se hace una interpretación incorrecta de la infinitud de Dios al decir que Él es un cuerpo ilimitado, que su cuerpo al ser infinitamente grande no deja espacio para los demás. La Sagrada Existencia de Dios trasciende la corporalidad, la materialidad y las dimensiones materiales. De modo que el espacio y el tiempo no tienen sentido cuando se habla de Su Existencia; no tiene un interior y un exterior; Él no está dentro de nada ni es externo a nada. Estos conceptos son propiedades de la materia, de modo que las criaturas de Dios no están en Su interior, no son externas a Él, no son idénticas a Él. Él es su Creador y ellas Sus Criaturas.

Además, cuando decimos que la existencia de Dios es infinita, nuestra intención es aclarar que ésta no depende de ninguna condición previa, y al decir que Él está con Sus Criaturas, queremos significar que Su Conocimiento, poder y voluntad abarcan el cosmos, no que Él comparta el mismo espacio con ellas.

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

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Basándonos en el Corán y en la Sunna, podemos asegurar que el objetivo de la adoración en el Islam es avanzar en las distintas etapas del Conocimiento Divino y alcanzar sinceridad en la adoración a Dios. Para recorrer este camino es necesario que rompamos todos nuestros lazos, menos nuestro lazo con Él, Exaltado sea Su Nombre. Éste es el camino a la perfección que nos muestra el islam. Este camino es tan valioso que alcanzar las primeras etapas del trayecto es un logro encomiable.

…Temed a Dios con el temor que Le es debido...” (Corán; 3:102)

“¡Refugiaos pues, en Dios! Soy para vosotros, de Su parte, un monitor que habla claro”. (Corán; 51:50)

Sin embargo, hay que aclarar que el islam es una religión social que rechaza el ascetismo y el aislamiento. El Islam exhorta a los creyentes a buscar la purificación espiritual, a reforzar su fe y a mejorar su conocimiento de Dios; todo esto debe hacerse en medio de la sociedad, interactuando con los demás. De esta manera lo hicieron los Musulmanes devotos de los primeros años del Islam, ellos tuvieron el privilegio de vivir en la época de los nobles Imames y seguir su ejemplo; Salman al-Farsi quien, según el Comandante de los Creyentes, el Imam ‘Ali (a.s.), tenía una fe muy elevada es un buen ejemplo. Fue el gobernador de Mada'in por varios años. Uways al-Qarani, ejemplo de la piedad islámica, fue martirizado en la batalla de Siffin, luchando para Comandante de los Creyentes (Ali).

 

Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh

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