Antes de la llegada del Islam las sociedades tomaban dos posturas con respecto a las mujeres. Algunas sociedades las consideraban animales domésticos. En ellas, las mujeres no eran vistas como miembros de la sociedad; a las mujeres se les explotaba para beneficio de la sociedad (los hombres). En sociedades más civilizadas, las mujeres eran ciudadanos de segunda clase, comparables a los menores de edad y a los esclavos. En estas sociedades, las mujeres gozaban de unos pocos derechos que eran controlados estrictamente por los hombres.
Pero el Islam, por primera vez en la historia de la humanidad, reconoció a la mujer su plenitud de derechos en la sociedad, valorando sus obras en forma igual a la de los hombres.
Dios dice en el Corán que no echa a perder la obra de ninguna persona sea varón o hembra.
El islam prohíbe que la mujer participe sólo en tres áreas: Liderato[1], judicatura, guerra (no participando en el combate; de lo contrario, puede involucrarse en otros asuntos de la guerra). La lógica para la anterior prohibición, desde lo que puede inferirse de las fuentes islámicas, es que la mujer es más sentimental que el hombre. Las tres áreas mencionadas deben manejarse haciendo uso sólo de la razón sin involucrar los sentimientos, y por lo tanto, los hombres controlan más sus emociones sentimentales.
[1] Es decir, ser jefe de estado; otros puestos del gobierno pueden ser ocupados por la mujer. [N. del T.]
Fuente: EL ISLAM Y EL HOMBRE CONTEMPORANEO, (Conjunto de preguntas realizadas a Al-lamah Tabātabā’i); Editorial Elhame Shargh
www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente
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El islam se fundamenta en tres pilares, uno de los cuales…
Es decir…