Respuesta:
La historia de la humanidad nos muestra que el entendimiento humano, al principio de los tiempos, era incapaz de analizar profundamente o concebir la idea de un gran universo, ya que los individuos estaban limitados al amor de la familia y la amistad con los parientes. Sin embargo, algunos individuos que vivieron entre ellos fueron capaces de entender profundamente -por encima de la limitación sensorial- y tomar la responsabilidad de guiar y enseñar. Conociendo sus sobresalientes capacidades, el más benevolente les reveló la Verdad y les encomendó esta dura tarea, la de guiar a la humanidad.
Estos individuos fueron escogidos por sus propios méritos, no por su relación con una raza o comunidad en especial. Como era de esperarse estos individuos fueron probados con insuperables dificultades, dado que, la gente no estaba lista para seguir o aceptar sus enseñanzas; tal es el caso de Noé quien tuvo un muy pequeño número de seguidores o como Abraham quien vivió como Profeta, pero no tuvo seguidores.
Como la sociedad se rehusó a cambiar, se presume que un Profeta como Abraham le fue requerido tratar de preservar la continuidad de la religión a través de sus hijos, Ismael e Isaac, quienes siguieron fehacientemente la fe de su padre y la enseñaron a sus hijos. Fue así como, las enseñanzas religiosas continuaron esparciéndose a través de su linaje. Pasó mucho tiempo sin que estas enseñanzas ganaran adeptos fuera de la familia de Abraham.
El propósito Divino, no era sin embargo, confinar el mensaje solo para un pueblo o limitarlo a una nación. El propósito del Compasivo y el Misericordioso era expandir la fe a través del todo el mundo y mostrarle a la humanidad el camino correcto. El todopoderoso administra el universo a través de un curso natural y ancla todos los eventos a la ley de causa y efecto. Preservó la fe revelada y la mantuvo viva, aunque en un punto aparentemente muerto; a través de una pequeña comunidad, la cual fue beneficiada mediante la herencia de la fe. Permitió que ésta se avivara y se expandiera, hasta cuando esta comunidad creció y adquirió la madurez adecuada, para llevar a cabo la gran tarea de expandir la fe.
Esta pequeña comunidad fue destinada a crecer a través de dos líneas, la ismaelita y la israelita. Ambas fueron bendecidas y se les encomendó la gran tarea de preservar y expandir la fe, pero ambas pruebas no fueron simultáneas. A pesar de que Ismael fue el primer hijo de Abraham, adquirió un patrimonio de fe y bendición con su hermano Isaac, fue así como Dios apartó la prueba a sus descendientes por mucho tiempo. Él los estaba preparando para continuar con la misión que los descendientes de Isaac habían empezado.
Empezando con el linaje de Isaac, Dios el Todopoderoso estableció un pacto con él, tal como es señalado en el Antiguo Testamento:
“Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Más yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo, el año que viene”. Génesis 17:20-21
Sheij Muhammad Yawad Chirri
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